lunes, 16 de julio de 2012

PROMETHEUS


La siguiente reseña contiene spoilers.
Con Prometheus, el aclamado director Ridley Scott regresa al universo de la ciencia ficción. A finales del ’70 y comienzos del ’80, sus contribuciones al género ayudarían a definirlo como un director influyente y popular gracias a su trascendental estilo visual atmosférico y lleno de detalles. Tanto Alien (1979) como Blade Runner (1982) son consideradas dos íconos del cine de ciencia ficción, y fue por este motivo que cuando el realizador anunció que iba a estar a cargo de la pseudo-precuela de Alien, la expectativa fue colosal.

Alien es conocida mundialmente por su receta que mezcla el terror con la ciencia ficción. Su destacado trabajo artístico y visual (cosa que hoy en día no es tan común) aún sigue inspirando elogios. Asimismo, el filme no solo ha catapultado la realización de un sinfín de imitaciones poco exitosas, sino también una cadena de secuelas (y un par de cruces con otro ‘depredador’ extraterrestre, de los que mejor me guardo los comentarios) que fueron disminuyendo en calidad a medida que se estrenaban. Con estos antecedentes, no fue sorpresa que los fanáticos esperaran con tanto entusiasmo el regreso de Scott a la franquicia con el propósito de arreglar un poco las cosas. El resultado final fue una obra de arte visual que saca provecho de todo recurso disponible para crear un universo nuevo y seductor lleno de innovadoras ideas. Sin embargo, a pesar de ser una película con muchísimo potencial, aquellos que buscaban respuestas sobre el misterioso origen y propósito de los babosos Xenomorfos salieron de las salas algo desilusionados, pues Prometheus genera más preguntas que respuestas. ¿Esto es bueno o malo? Tal vez dependa del punto de vista…

A mi parecer, la primera gran pregunta que al espectador le viene a la mente es: ¿será tan buena como la original? No obstante, creo que lo que deberían preguntarse es: ¿debo compararla con la original? Si bien tanto Alien como Prometheus se desarrollan en el mismo universo ficticio, son películas muy distintas. ¿Qué es lo que las conecta entonces? Lo que propulsó la realización de Prometheus fue el hecho de no saber mucho sobre la naturaleza de los acontecimientos de Alien: el origen de esa nave abandonada en ruinas, el propósito de esa especie alienígena tan hostil, las intenciones de ese gigantesco ente fosilizado en su silla con el pecho reventado. De esta manera, Prometheus prometía aclarar dudas. ¿Lo logra? Sí, pero de manera implícita. Ni bien comienza, podemos anticipar que la historia de Prometheus no está directamente relacionada con la de Alien. Al contrario, el propósito de su guión es explotar una hipótesis mítica sobre el origen de la vida en la Tierra (al fin y al cabo, es ciencia ficción).

La película comienza con un atrapante prólogo en el que vemos majestuosos paisajes en bruto. La bellísima e impactante escena fue filmada en Islandia, por lo que resulta increíble que lugares así (que parecen de otro mundo) existan en nuestro propio planeta. Lentamente, la cámara se desliza sobre montañas, lagos y ríos hasta llegar a una cascada, junto a la que un musculoso humanoide se sacrifica bebiendo un líquido negro que hace que su cuerpo se desintegre. Así, sus partículas y ADN caen al agua, dando origen a la vida. Cabe recalcar que en ningún momento se hace alusión a que este lugar sea en verdad la Tierra. Este es un hecho que queda a la interpretación del espectador, y con este punto de partida, podemos anticipar que Prometheus es una película que nos va a hacer pensar un rato para poder entenderla.

Año 2089…

Elizabeth Shaw (interpretada por Noomi Rapace, conocida casi mundialmente por encarnar a Lisbeth Salander en las adaptaciones suecas de la serie de Millenium) es una arqueóloga con fuertes creencias religiosas que, junto a su colega y pareja Charlie Holloway (Logan Marshall-Green), descubre en una caverna en la Isla de Skye, Escocia, un pictograma que muestra a una antigua civilización venerando a unos humanoides que apuntan hacia una constelación. El hallazgo de similares pinturas rupestres en distintos sectores del mundo lleva a los científicos a buscar financiamiento para una expedición hacia los confines del universo en busca de respuestas sobre el origen de nuestra existencia. ‘Es una invitación’ dice Shaw, quien sostiene que ha sido citada para conocer a sus creadores porque ‘elije creerlo’. Y esto pone en marcha la historia de aventuras y revelaciones que veremos a continuación y que nos dejará boquiabiertos con su magnífica escenografía.

Pero antes de adentrarnos de lleno en la historia, considero necesario explayar cierta información primordial para poder apreciarla mejor:

El título del filme hace referencia a Prometeo, el juicioso titán griego que creó a los hombres y que desafió a los dioses del Olimpo cuando les otorgó a los mortales la posibilidad de crear fuego. Según la mitología, como castigo, el gran Dios Zeus hizo encadenar a Prometeo a una columna en las montañas, donde un águila voraz le devoraba el hígado una y otra vez, pues este volvía a regenerarse todas las noches. Asimismo, para condenar a la raza humana, Zeus hizo crear a Pandora, una mujer hermosa y descuidada que sedujo a Epimeteo, el hermano de Prometeo, y que encontró una caja que Prometeo guardaba en secreto; una caja que debía permanecer cerrada ante cualquier circunstancia. La curiosidad e ineptitud de Pandora la llevó a abrirla, desencadenando males tales como la Vejez, la Enfermedad, la Locura, el Vicio y el Hambre que consumieron a los hombres. Sin embargo, la Esperanza Vana (esa ilusión infusa de un futuro mejor), que también salió de la caja, evitó que los mortales se quitaran la vida.

Al terminar de ver la película, son evidentes las similitudes que hay entre este maravilloso mito y el guión escrito por Jon Spaihts y Damon Lindelof, que además trata sobre cuestiones existenciales, sociales y religiosas.

¿Cuál es el propósito de inspirar una historia de ciencia ficción en un mito griego? Además de que simplemente es una idea genial, el hecho de que los pilares de la historia sean mitológicos le permite a los guionistas tomarse ciertas libertades. Si hay algo que las antiguas civilizaciones tienen en común, es la creencia de que nuestro origen se debe a una entidad que excede la raza humana. Los guionistas explotan este recurso, sustentándolo con las extrañas figuras que suelen aparecer en verdaderas pinturas rupestres descubiertas en la actualidad. Spaiths y Lindelof sacan provecho de la obsesión humana por creer que le debemos nuestra existencia a seres superiores (sean provenientes de otros mundos o no), formulando un guión que intenta responder preguntas grandilocuentes, pero sin ser pretencioso.

Una cuestión que acerca aún más la historia a la mitología griega es el hecho de que el Dios Zeus desprecia al hombre. Esto se ve reflejado en el arrepentimiento de la creación de la raza humana por parte de esos enigmáticos humanoides, a quienes los científicos se refieren como “Ingenieros”. ¿Se podría asumir entonces que dichos Ingenieros son como Dioses? Metafóricamente, tal vez. Nuevamente, depende del punto de vista del espectador…

Lo que vincula el sacrificio del Ingeniero al principio de la película con la religión es el impacto que este hecho le provoca a Shaw, una cristiana noble, ya que contradice la creencia de que los humanos somos el resultado de las hazañas de una entidad divina e inmortal. Es así como ella se ve inmersa en un conflicto espiritual en el que las respuestas con las que se encuentra desmienten las enseñanzas religiosas de toda su vida. Sin embargo, es un personaje fuerte que, a pesar de las circunstancias, opta por seguir yendo más allá, tal vez motivada por esa Esperanza Vana, en busca de hacer contacto con una razón celestial, preguntándose: ‘si esos Ingenieros nos crearon a nosotros, ¿quién los creó a ellos, entonces?’

Así es como Shaw se embarca en una nave interestelar (denominada Prometheus), que la trasladará junto a un equipo de expertos hacia LV-223, una luna distante que pertenece a una galaxia muy lejana. Desafortunadamente, y como es de esperar, sus hallazgos los pondrán en contacto con algunas formas de vida (algunas microscópicas, otras no) con intenciones poco agradables, y se verán en camino hacia un conflicto en el que el destino de la Tierra se verá en juego.

A bordo de la Prometheus conoceremos a otros personajes que cabe destacar. Entre ellos se encuentran la fría y sospechosa Meredith Vickers (Charlize Theron), representante ejecutiva de la Corporación Weyland que financia la expedición, y al androide David (Michael Fassbender). Ambos personajes representan signos de interrogación durante todo el metraje, pues es evidente que su omnipresencia se debe a intereses personales de beneficio, aunque nunca son del todo explicados. Asimismo, son personajes que comparten ciertas guerras internas. Vickers es la hija biológica de Peter Weyland (interpretado por Guy Pearce, envejecido con una tonelada de maquillaje), el fundador de la corporación, y David es creación de Weyland. En cierta manera, eso los hace hermanos figurativos. Por su lado, Weyland aprecia a David refiriéndose a él como ‘el hijo que nunca tuvo’ y margina a Vickers. Esto genera cierta tensión entre ambos personajes, que en numerosas escenas parecen estar compitiendo como niños por ser el primero en enorgullecer a su padre. Al mismo tiempo, Vickers se ve a sí misma luchando por su reconocimiento y respeto como mujer dentro de un mundo capitalista liderado por el machismo y como hija de un padre egoísta. Esto la lleva a desarrollar actitudes soberbias, casi inexpresivas, que hacen que los demás miembros de la tripulación la confundan irónicamente con un androide, lo cual ella desprecia debido a la relación entre David y su padre.

David, por otro lado, probablemente sea el personaje más interesante de toda la película. Es una persona artificial que ya se encuentra entre sus creadores, los humanos, mientras éstos están en busca de los suyos. En David se ven reflejados numerosos conflictos de existencialismo y propósito (¿soñará con ovejas eléctricas?). Los motivos de su existencia cumplen los requisitos de su creador, Weyland, quien le ordena que busque respuestas. Por lo tanto, su curiosidad y necesidad por saber son comportamientos programados. Sin embargo, a lo largo de la película, David desarrolla ciertos rencores hacia la raza humana. Actúa con celos y arrogancia, ya que considera que su conocimiento es más amplio que el de los humanos, y eso le da superioridad. Como si se tratara de un Pinocho moderno, su anhelo es el de llenar su vacío interno con un alma, con emociones auténticas e, incluso, con la posibilidad de poder desarrollar creencias religiosas (en una escena, por ejemplo, lo vemos tomar y guardarse el crucifijo de Shaw). Asimismo, David es un símbolo en la historia. Como es un androide que ha sido creado por el hombre para obrar acorde a las necesidades del hombre, representa el ridículo sueño de estar al control de todo. Mientras Weyland representa al soñador, David es el control en sí. El mensaje de Scott es claro: la obsesión del hombre por controlarlo todo está ligada a su bienestar y supervivencia. Esta hipótesis puede ser sustentada con el hecho de que el deseo supremo de Weyland es el de ser inmortal, como lo es David, irónicamente. Indiscutiblemente, esa ilusión de control siempre seguirá siendo una ilusión, pues hacia el final de la película Weyland, por su deseo de estar a la altura de los Dioses, obtendrá su castigo.

El resto de los personajes de Prometheus son superficiales. Este tal vez sea uno de los defectos de la película, pues su ritmo acelerado evita que los demás personajes puedan desarrollarse lo suficiente como para que nos amiguemos con ellos. Tanto Holloway como el Capitán Janek (Idris Elba) son personajes de los que se podría prescindir tranquilamente si no influenciaran en algunos acontecimientos de la historia. Es evidente que el guión original exigía un metraje más prolongado, y que Scott ha tenido que sacrificar numerosas escenas para que su filme no excediera las dos horas (sin embargo, el director ha anunciado que el lanzamiento en DVD incluirá una versión extendida de la película).

La llegada a LV-223 es sin duda uno de los mejores momentos de la película, en el que Scott opta por utilizar tomas con gran alcance. Si bien en Alien abundaban los espacios cerrados para lograr una sensación de claustrofobia, Prometheus está colmada de amplios paisajes. La mayoría de las escenas importantes se desarrollan en espacios abiertos o en interiores gigantescos. Esto refuerza la idea de que Prometheus fue concebida como una película que se vale por sí misma y que no depende de sus predecesoras. Con Prometheus, Scott no pretende generar temor, sino asombro, cosa que logra con efectividad.

Su equipo técnico de profesionales da lo mejor de sí y contribuye significantemente a lograr que el espectador se sienta inmerso en este mundo desconocido y maravilloso. La escenografía a cargo de Arthur Max (con quien Scott ha trabajado en numerosas ocasiones) es simplemente magistral. Si bien algunos escenarios se asemejan considerablemente a los de Alien, Max y compañía se toman su tiempo para la creación de elaborados paisajes, templos y cavernas. El diseño de la sofisticada tecnología que utilizan los científicos durante su investigación también es un punto a favor. Los vehículos, los trajes, las consolas con hologramas, los escáneres ó ‘cachorros’… Todos los objetos tecnológicos constan de diseños originales y bellísimos, y simples a la vez, que contrastan con las estructuras y escenarios rupestres que los protagonistas investigan durante gran parte del metraje. Este contraste contribuye muchísimo al excelente aspecto visual y artístico de la película, y simboliza el viaje al pasado que los personajes deben llevar a cabo para hallar las respuestas a sus preguntas.

Las criaturas con las que se topan también son dignas de mencionar, y probablemente sean el vínculo más directo con Alien. Si bien contienen el ADN de los diseños originales de H.R. Giger, los diseñadores Neal Scanlan y Conor O’Sullivan han optado por concebir criaturas pálidas, como si aún estuviesen en estado embrionario. Es evidente que también han buscado inspiración en algunas formas de vida acuáticas, haciendo referencia a la teoría evolutiva sobre el origen de la vida en el agua.

En cuanto a las actuaciones de la película, Fassbender es quien claramente sobresale. El actor genera una sensación de incertidumbre y desconfianza hacia su personaje, pero al mismo tiempo su cara de tipo bueno contradice dicha impresión. A Theron se la ve cómoda en su personaje, pues ya ha interpretado a arpías insensibles en el pasado. Y Rapace vuelve a demostrar que tiene el potencial para convertirse en una de las mejores actrices contemporáneas. Interpreta a su personaje con convicción, permitiéndonos palpar sus dolores tanto internos como físicos.

Como es de esperar en una película de Ridley Scott, los personajes femeninos son mujeres fuertes y territoriales. Mientras Vickers se hace notar con su hostilidad, Shaw se destaca por su sensibilidad. Es una mujer que sufre durante gran parte de la película. La vemos enfrentar la pérdida de algunos seres queridos y es la protagonista del aborto por cesárea más perturbador en la historia del cine (probablemente, una de las escenas más memorables del filme). Sin embargo, su formidable fortaleza espiritual la impulsa a seguir adelante en su búsqueda por una respuesta, por su necesidad de saber.

La película presenta algunas incongruencias o algunos diálogos y personajes con clichés, pero nunca deja de ser un sorprendente e innovador filme de aventuras, suspenso y ciencia ficción que ocupa un merecido lugar entre lo mejor que ha producido el talentoso director británico de 74 años. Sus dos horas de duración se pasan volando, desarrollando un atrapante precalentamiento en el que diversas situaciones comienzan a empeorar progresivamente hasta alcanzar un clímax de proporciones épicas y catastróficas.

En conclusión, es una cinta que merece muchísima atención para poder disfrutarla en plenitud. Prometheus se destaca por generar interrogantes que obligan al espectador a formular preguntas y posibles respuestas e hipótesis con su propia imaginación: ¿Por qué esos Ingenieros se arrepienten tanto de habernos creado? ¿David quiere ser un humano, en verdad? ¿Qué es lo que nos hace humanos? Sin duda, es una película que toca temas delicados, pero que mantiene su ambigüedad en todo momento, para que nosotros interpretemos lo que queramos. En mi opinión, también es un ejercicio interesante observarla con el mito griego de Prometeo en mente. Así, descubrirán que Prometheus está plagada de simbolismos y metáforas, de conflictos entre personajes y existenciales. No sería sorpresa que en unos cuantos años, Prometheus sea considerada una película de culto de la envergadura de Alien o Blade Runner.

JMLangdon


Ficha Técnica:
Dirigida por Ridley Scott
Escrita por Jon Spaihts y Damon Lindelof
Producida por Ridley Scott, David Giler y Walter Hill
Productores ejecutivos: Michael Costigan, Mark Huffam, Michael Ellenberg y Damon Lindelof
Director de fotografía: Dariusz Wolski
Diseño de producción: Arthur Max
Editada por Pietro Scalia
Música compuesta por Marc Streitenfeld
Diseño de vestuario: Janty Yates
Protagonizada por Noomi Rapace (Elizabeth Shaw), Michael Fassbender (David), Guy Pearce (Peter Weyland), Idris Elba (Janek), Logan Marshall-Green (Charlie Holloway) y Charlize Theron (Meredith Vickers)


Recomendaciones:
Si bien Prometheus es una película que se sostiene con sus propios cimientos y puede ser disfrutada por sí sola, no está de más visitar un poco el universo de los Xenomorfos y ver la saga completa de Alien (los cruces con el Depredador los pueden dejar de lado). En cuanto a la temática de los androides, les recomiendo A.I.: Artificial Intelligence (2001), de Steven Spielberg, y por supuesto Blade Runner. Si les interesa indagar un poco más sobre el origen ficticio de la robótica, son de lectura obligatoria las obras primas ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) de Philip K. Dick (que inspiró la realización de Blade Runner) y Yo, Robot (1950) de Isaac Asimov.