miércoles, 15 de agosto de 2012

THE DARK KNIGHT RISES

La siguiente reseña contiene spoilers.
No cabe duda que The Dark Knight Rises (traducido como El Caballero Oscuro Renace o Asciende, en los países de habla hispana) ha sido una de las películas más esperadas del año tanto por fanáticos como por críticos. Y aparentemente, no ha decepcionado, pues proyecta un final épico a la nueva trilogía creada por Christopher Nolan que comenzó con Batman Begins (2005) y continuó con The Dark Knight (2008). Resulta imposible negar que la obra de Nolan sea trascendental y que haya logrado sacarle al universo de Batman la mayor cantidad de jugo posible. Asimismo, es imposible negar que el director haya tenido sus dudas a la hora de desarrollar esta tercera entrega, ya que en diversas entrevistas Nolan afirmó que dio lo mejor de sí en cada una de las películas de Batman. Su satisfacción con la exitosa The Dark Knight (2008) y su intención de evitar la producción de secuelas redundantes son razón suficiente para que Nolan decidiera abordar una tercera parte solo si contaba con un guión fresco y determinante.

Todos sabemos que la mirada de Nolan hacia el mundo del popular superhéroe de DC Comics es realista, optando por dejar de lado muchísimos de los aspectos fantásticos de la historieta. Y es esta cuestión lo que hace que la trilogía de Batman se destaque entre la plétora de películas de superhéroes que ha inundado la pantalla grande en estos últimos años.

A lo largo de la franquicia, hemos visto el nacimiento de Batman, su apogeo y su decadencia. Ahora, veremos su resurgimiento y su consolidación como un héroe simbólico. También hemos sido testigos de lo que le sucedía al hombre detrás de la máscara. Bruce Wayne ha sufrido la pérdida de sus seres queridos, ha sido víctima de conflictos existenciales, y ha tenido que cargar con las responsabilidades que contrae portar la pesada capa del hombre murciélago. The Dark Knight Rises cierra ambas historias con un final digno y emocionante, que se ahorra los cabos sueltos. No obstante, la película en sí contiene algunos aspectos que dejan mucho que desear.

La historia de The Dark Knight Rises transcurre ocho años después de los acontecimientos de la segunda parte. Batman ha tenido que asumir la culpa de la muerte del fiscal Harvey Dent, convirtiéndose en un fugitivo repudiado. Por su parte, Bruce Wayne ha optado por vivir exiliado en su mansión como un ermitaño infeliz y a la deriva. Christian Bale interpreta su papel con convicción, al igual que en las películas anteriores, aunque en esta ocasión, se pone en la piel de un Bruce Wayne que se encuentra en un pozo depresivo causado por la muerte de Rachel Dawes. Su físico deplorable y su mente afligida por la culpa y la tristeza apenas le permiten ponerse de pie. Sin embargo, la aparición de Selina Kyle (Anne Hathaway), una hábil y atractiva ladrona, despierta su atención. Sus enredos con ella llevan al multimillonario a descubrir que un gran mal está a punto de surgir de las mismas entrañas de Ciudad Gótica, y a deducir que el encapotado superhéroe es nuevamente necesario. Lo que no anticipa es que deberá enfrentarse a Bane (Tom Hardy), un terrorista despiadado y astuto que está a la cabeza de un furioso ejército impulsado por el rencor hacia la clase social alta y que tiene como propósito llevar a cabo una “revolución” ligada a catastróficas consecuencias.

Lo que queda claro cuando empezamos a ver The Dark Knight Rises es que los días de gloria del superhéroe han quedado atrás. Estamos ante una cinta que nos muestra al tan querido personaje en su peor estado y muy por debajo de su principal adversario. Para poder superarlo, deberá volver a entrenarse durante prácticamente la mitad de la película, que cuenta con casi 3 horas de metraje. Al mismo tiempo, Nolan nos presenta un gran repertorio de personajes nuevos (no tan necesarios) que se unen al elenco de caras conocidas. Vuelven las figuras paternas de Bruce Wayne –su mayordomo Alfred (Michael Caine), el comisionado Gordon (Gary Oldman) y Lucious Fox (Morgan Freeman)–, aunque su importancia en la cinta no es tan predominante como en las entregas anteriores. Los personajes nuevos incluyen, entre otros, a Miranda Tate (Marion Cotillard), una empresaria naturalista que tiene más secretos que billetes y que se verá involucrada románticamente con el protagonista, y al policía John Blake (Joseph Gordon-Levitt), un personaje que comparte ciertas similitudes con Bruce Wayne y que posee los mismos valores morales que Gordon. Si bien su implicancia no es evidente hasta el final de la cinta, los personajes nuevos de The Dark Knight Rises (incluso los villanos) parecen carentes de desarrollo y de motivos originales, lamentablemente.

Bane, por ejemplo, es una fuerza bruta que literalmente rompe a Batman en dos. Está concebido como un personaje con mucha astucia y seguridad en sí mismo, que induce el miedo que se propone con su aspecto pero no con los cuestionables ideales que los guionistas le han atribuido. De entrada, el espectador asume cuál será su veredicto durante el acto final. Y esto me lleva a describir uno de los defectos de la película: su trama es predecible. ¿Por qué? Por la naturaleza del villano de turno. El Guasón de Heath Ledger de la segunda parte es un adversario temible por su capacidad de corrupción mental, un terrorista que actúa por inercia sin ningún tipo de interés político. Dejando de lado su carisma, es su perversión psicológica lo que lo hace interesante. Su inestabilidad mental lo hace impredecible y logra que nos mantengamos aferrados a nuestro asiento, simplemente porque no sabemos qué carta esconde en la manga. Bane, en cambio, tiene la intención de tomar Ciudad Gótica, inducirles falsas esperanzas a sus ciudadanos, y finalmente destruirla. Su motivo es concluir con la labor iniciada por La Liga de las Sombras de Ra’s Al Ghul en la primera película. Y al fin y al cabo, Bane termina siendo un personaje que es malvado porque sí. Como si fuera poco, Nolan lo dibuja con acciones trilladas como lo es la de tener la intención de detonar una bomba nuclear que hará desaparecer la ciudad del mapa. Es por esto que desde un principio el espectador puede anticipar que Batman, de alguna manera, evitará que esto suceda y salvará el día. Por supuesto, es lo que los fanáticos quieren, pero en definitiva, esta tercera y última parte no es más que una lucha entre el bien y el mal, a diferencia de la segunda, que además presentaba una mirada profunda hacia la mente de un psicópata.

Asimismo, el personaje de Selina Kyle (mejor conocida como Gatúbela, aunque este nombre nunca se menciona en la película) también deja mucho que desear. Nuevamente, no es víctima de su aspecto o de sus habilidades, sino de sus motivos, al igual que Bane. Es evidente que Nolan ha optado por tratar al personaje alegóricamente con ciertas características comúnmente atribuidas a las de un gato, pues es una ladrona desleal y egoísta, impulsada únicamente por motivaciones personales. Ese no es el problema. El asunto reside en que su implicancia en la historia resulta forzada. Y nuevamente, a medida que avanza la historia, nos enteramos que apoya la causa de Bane porque sí, e incluso que hacia el final ha desarrollado ciertos afectos hacia la persona de Bruce Wayne, también porque sí (aún teniendo en cuenta que algunas escenas al principio de la película hacen que el espectador se pregunte cuál es su verdadera orientación sexual). No estoy diciendo que el rumbo que Nolan toma con sus personajes sea discutible o poco interesante; lo criticable es que Nolan haya tomado decisiones tan pretenciosas para abarcar la mayor posibilidad de eventos y personajes posibles en su película, sin detenerse a elaborar justificaciones creíbles para cada uno de ellos.

Esto también se ve en algunas de las temáticas que Nolan incluye en su película, que también dan de qué hablar. Claramente, se ven reflejadas ciertas posturas políticas hacia el capitalismo y la revolución social. Sin embargo, por momentos, Nolan se reserva una opinión explícita e intenta permanecer ambiguo, lo cual puede llevar al espectador a elaborar distintas interpretaciones, dependiendo de su nacionalidad. Al principio, Nolan nos muestra a Bane reclutando a la clase social baja y a los indigentes para formar un ejército y así, poder atacar y saquear los hogares de la clase social alta o tomar la Bolsa de Valores de Ciudad Gótica, exhibiendo claros mensajes anti-capitalistas. Pero luego, es Batman, o mejor dicho, Bruce Wayne, un multimillonario que ha sido víctima de los ataques de Bane y que ha sido privado de su dinero, quien reestablece el orden. Otra cuestión que es criticable en el guión escrito por David S. Goyer, Jonathan y Christopher Nolan es que éstos se refieren a las acciones de Bane como actos revolucionarios, en contra de un sistema que produce diferencias sociales. Lo falible de esta aserción es que asocian el término ‘revolución’ con el terrorismo, la opresión y la violencia. Así, desde un punto de vista internacional, lo que la película refleja claramente es el miedo del Estado estadounidense a que una fuerza conformada por un pueblo disconforme se alce contra su corazón capitalista. Bane es una alegoría a este hecho, y lo confirman sus actos simbólicos de devastar la economía estadounidense en nombre del pueblo, aunque Nolan luego plantea que sus verdaderas intenciones son las de destruirlo junto con la ciudad que habitan. Su concepto de revolución no queda del todo claro cuando pone a la cabeza de esta organización a un criminal capaz de manipular a las masas de los proletariados y los desamparados. Lo que sí queda claro es que Nolan utiliza a Batman, un simbólico justiciero callejero, para poner las cosas en orden y deshacerse de la amenaza que un arquetipo como Bane significaría para el país natal del director (no en vano nos obliga a escuchar el himno nacional estadounidense entero antes de una escena que retrata un atentado, y no en vano Ciudad Gótica está más parecida a Manhattan que nunca).

Una cuestión que sí es muy interesante y valiosa en The Dark Knight Rises es la mirada que los escritores hacen hacia la esperanza, un sentimiento que ha permanecido latente en toda la trilogía de Batman. En la primera película, Bruce Wayne crea a Batman con el propósito de concebir un símbolo de esperanza para aquellos que se sienten traicionados por la justicia. En la segunda, la moraleja era que a veces una pequeña mentira noble que inspire esperanza es más significativa que la verdad, por más terrible que sea. En la tercera, Nolan y compañía se dedican a contradecir esa idea poco ortodoxa, ya que vemos en los personajes de Bruce Wayne y el comisionado Gordon cuánto les pesa la mentira que han creado al final de la secuela anterior. Este “noble sacrificio” de la verdad termina jugándoles en contra cuando la fuerza de Bane explota desde debajo de la ciudad desmintiendo los falsos hechos. Y Batman se verá forzado a transitar un riguroso y doloroso camino para volver a ser el símbolo de esperanza y justicia que siempre quiso ser.

Durante la parte intermedia de la película, Bane lleva a Bruce Wayne a una prisión remota, ubicada en algún lugar que se parece bastante a Medio Oriente. Bane explica que el arma más poderosa de la prisión es la falsa esperanza, pues se trata de un gigantesco calabozo cilíndrico subterráneo con una gran apertura arriba que deja pasar la luz solar. Los prisioneros, impulsados por esa libertad casi palpable, han intentado escapar escalando las paredes por años, pero casi nadie lo ha logrado. El mensaje que nos brinda Nolan es que la esperanza a veces puede ser muy venenosa y usada en nuestra contra para corromper nuestras almas. Nos hace formularnos las siguientes preguntas: ¿es la esperanza lo que nos mata? ¿Aceptar nuestro destino hace que nuestra existencia sea menos torturadora? El regreso de Batman expresa la respuesta.

Dejando de lado las temáticas de la película, The Dark Knight Rises cumple con lo que promete. Es una emocionante cinta de acción llena de adrenalina que entretiene de principio a fin. Nolan debería estar orgulloso de su equipo técnico, pues logran maravillas. Se destaca la fotografía de Wally Pfister cuyos tintes grises y azulados anuncian el cataclismo que se avecina, un final que tal vez le robe alguna que otra lágrima al fanático de corazón de la serie. Es considerable señalar que, hacia el final de la cinta, veremos a Batman a plena luz del día, algo no muy usual en la serie, pero una jugada interesante e inesperada por parte de los realizadores. Los nuevos ‘chiches’ de Batman dan de qué hablar también. La película está colmada de escenas de acción que involucran persecuciones con el Batpod (al que la mismísima Hathaway le hace chillar las ruedas) y con un nuevo vehículo aéreo al que adecuadamente se refieren como El Murciélago.

En cuanto a las capacidades de los actores, tengo opiniones variadas. Christian Bale le pone alma y cuerpo a su personaje, y ofrece aquí su mejor actuación en toda la trilogía. A Michael Caine y a Gary Oldman se les notan cada vez más arrugas, pero también demuestran que su talento mejora con los años y nos recuerdan que se lo deben a su vasta experiencia en el ámbito, que siempre vale la pena re-visitar. Y Anne Hathaway se luce con su ágil sensualidad, aunque lamentablemente su personaje sea víctima de la pretenciosa ambición de Nolan. Tom Hardy, por otro lado, se las ingenia para dar lo mejor de sí para representar a Bane, pero termina siendo una interpretación artificial. Dado que durante toda la película lleva una máscara que le cubre casi toda la cara, se ve obligado a utilizar mucho lenguaje corporal. Su voz, lamentablemente, ha sido alterada significantemente en post-producción, reduciendo muchísimo sus capacidades como actor y en definitiva, Bane termina siendo un Hannibal Lecter con la voz de Darth Vader; un desperdicio de un actor prometedor. Lo mismo se podría decir de Morgan Freeman y Marion Cotillard, cuyos personajes están metidos a la fuerza en la historia. La sorpresa quizás sea Joseph Gordon-Levitt como el intuitivo y heroico oficial John Blake, aunque su actuación recuerda mucho a su participación en Inception (2010).

En definitiva, The Dark Knight Rises no llega a alcanzar a la casi-perfecta The Dark Knight (se podía anticipar que iba a ser muy difícil superarla). Introduce  ciertas temáticas que son cuestionables, algunos de sus personajes carecen de desarrollo o de motivaciones más claras, y contiene eventos o vueltas de tuercas que pueden ser apreciados mejor si el espectador es un aficionado de los cómics. No obstante, es un filme que pone a prueba a las demás películas de superhéroes que se estrenan cada año. A diferencia de la mayoría de ellas, la trilogía de Batman ha demostrado que este tipo de películas pueden soportar una considerable carga emocional y un guión desarrollado con astucia. Su fuerte no son los efectos visuales, ni los efectos de sonido. Al contrario, Christopher Nolan ha redefinido el género. Lo que ha logrado con Batman y con Bruce Wayne desde Batman Begins (2005) en adelante no tiene igual, y la conclusión de esta historia es inevitable porque simplemente no quedan recursos que explotar. Ha colocado a Batman en un pedestal muy elevado, que será muy difícil de alcanzar por aquellos que en el futuro intenten realizar una nueva adaptación de este tan querido justiciero.

JMLangdon



Ficha Técnica:
Dirigida por Christopher Nolan
Guión por Jonathan Nolan y Christopher Nolan
Historia por Christopher Nolan y David S. Goyer
Basada en los personajes de DC Comics creados por Bob Kane
Producida por Emma Thomas, Christopher Nolan y Charles Roven
Productores ejecutivos: Benjamín Melniker, Michael E. Uslan, Kevin De La Noy y Thomas Tull
Director de fotografía: Wally Pfister
Diseño de producción: Nathan Crowley y Kevin Kavanaugh
Editada por Lee Smith
Música compuesta por Hans Zimmer
Diseño de vestuario: Lindy Hemming

Protagonizada por Christian Bale (Bruce Wayne/Batman), Michael Caine (Alfred Pennyworth), Gary Oldman (Comisionado James Gordon), Anne Hathaway (Selina Kyle), Tom Hardy (Bane), Marion Cotillard (Miranda Tate), Joseph Gordon-Levitt (John Blake) y Morgan Freeman (Lucius Fox)

Año de estreno: 2012