miércoles, 19 de diciembre de 2012

SKYFALL

Para celebrar el quincuagésimo aniversario de la saga fílmica de James Bond que comenzó con Dr. No en 1962, llega Skyfall, en la que Daniel Craig interpreta por tercera vez al agente 007 con licencia para matar creado por el novelista Ian Fleming. En esta ocasión, el director de turno es Sam Mendes, cuyo currículum incluye películas con gran carga visual y emocional, tales como American Beauty (1999), Road to Perdition (2002), Jarhead (2005) y Revolutionary Road (2008). Asimismo, esta nueva aventura cuenta con las actuaciones de Javier Bardem, Ralph Fiennes, Albert Finney y Judi Dench, quien interpreta a M por séptima vez consecutiva. Cuando uno ve tantos nombres de talentosos asociados a una película de James Bond, puede anticipar que presenciará algo de alta categoría. Y lo cierto es que la producción no decepciona en lo absoluto: Skyfall no solo es un sobresaliente capítulo de la franquicia del agente 007, también es una película magnífica.

Sin embargo, Skyfall toma prestadas algunas características narrativas de algunas de las historias anteriores del agente, puntualmente de Goldeneye (1995), ya que la trama involucra a un ex-agente de la MI6 (la agencia de inteligencia exterior del Reino Unido), quien decide volverse en contra de la misma y causar estragos mediante el uso de la tecnología moderna. Las viles hazañas corporativas de la organización Quantum, introducida en Casino Royale (2006) y Quantum of Solace (2008), quedan de lado en esta ocasión, estableciendo a Skyfall como un episodio independiente del resto de la saga. En esta ocasión, la misión de James Bond consiste en capturar al villano, que amenaza con sacar a la luz oscuros secretos de estado que ponen en peligro la vida de numerosos agentes clandestinos infiltrados en la OTAN, víctimas que caen sobre los hombros de M, la directora del MI6. A medida que la historia avanza, salen a la luz profundos vínculos entre los tres personajes principales y, por primera vez en veintitrés películas, el espectador obtiene una mirada hacia el pasado sombrío de James Bond. Al mismo tiempo, los realizadores logran adecuar el guión a las exigentes e icónicas reglas de la franquicia: sorprendentes y surrealistas títulos de apertura, lugares exóticos, artilugios, autos, mujeres, trajes, villanos, el tema musical de Bond…

La película comienza in medias res con una excelente toma, en la que el agente se aproxima hacia nosotros por un estrecho pasillo oscuro con una luz blanca de fondo (ingeniosa manera de aludir a la inolvidable presentación del personaje desde el interior del cañón de un arma). En cuestión de segundos, Mendes logra enganchar eficazmente al espectador con una prolongada secuencia de acción por Estambul, que involucra a Bond persiguiendo en motocicleta a un mercenario, que ha robado información comprometedora para el MI6, por los techos del Gran Bazar, con la iglesia de Santa Sofía adornando el paisaje. Este vertiginoso prólogo de casi quince minutos de duración que culmina con un enfrentamiento mano a mano entre ambos rivales sobre el techo de un tren en movimiento es simplemente espectacular. Mendes demuestra que tiene el profesionalismo necesario para estar al mando de inmensas secuencias de acción, ya que la persecución entera está colmada de acrobacias irracionales pero asombrosas que el director filma de manera majestuosa, tomándose su tiempo para dejar que toda la escena fluya con prolijidad, sin caer en el uso excesivo de la cámara inquieta y frenética, que es tan usual en la mayoría de las películas de acción contemporáneas. Asimismo, en cuanto a narrativa y a desarrollo de personajes, Mendes sigue fiel a su estilo y llena la historia con poderosas cargas emocionales. Este es uno de los puntos a favor que tiene Skyfall, pues el guión, atribuido a Neal Purvis, Robert Wade y John Logan, está muy bien estructurado ya que logra un excelente balance entre la acción y el relato, a pesar de contar con una trama poco intrínseca (a diferencia de las anteriores) y con algunas vueltas de tuerca algo trilladas. Muchos de los méritos de la película tienen que ser atribuidos al sobresaliente equipo técnico que acompaña a Mendes. El trabajo de edición de Stuart Baird (que ya había participado en Casino Royale), por ejemplo, es magnífico y conduce la historia con un ritmo que evita que las dos horas y media de metraje se tornen aburridas o monótonas. La fotografía de Roger Deakins también es una de las cualidades más sobresalientes de la película, pues le brinda un atractivo impecable que se destaca en determinadas escenas que transcurren, por ejemplo, en un bellísimo casino de Macao con particulares tintes culturales, o en lo alto de un rascacielos de cristal y de luces de neón en Shanghai.

Aún así, el verdadero fuerte de Skyfall es la elaboración de personajes creíbles, con pasados que les pesan y los moldean. Los guionistas nos abren una ventana hacia la perturbada infancia de Bond cuando el personaje visita la antigua mansión de su familia en Escocia, que esconde los secretos de su pasado (y que explica el propósito del título). Estas nuevas facetas de significante profundidad psicológica hacen que Bond sea más vulnerable y humano que nunca. El tono realista que se destacó en Casino Royale sigue presente aquí, exhibiéndonos a Bond no como un mujeriego con clase y con una sonrisa seductora a là Sean Connery, sino como un carismático asesino frío, al que ya le cuesta mantener un buen estado físico y cuyas aptitudes y habilidades como agente han sido reducidas considerablemente por las numerosas heridas infligidas durante sus misiones. Por supuesto, los padecimientos físicos y psicológicos del personaje no serían tan palpables sin la impecable actuación de Craig, quien interpreta a Bond mejor que nunca. Es despiadado y brutal cuando tiene que serlo, y encantador y apacible cuando la situación lo exige. Sin embargo, lo interesante de la interpretación de Craig es que sólo alude al frío vacío del personaje, nunca lo revela de manera explícita. Por este motivo, Craig prueba una vez más su excelente talento como actor, evitando que el peso pesado de Javier Bardem se robe la película por completo.

El actor español interpreta a Raoul Silva, un megalómano y excéntrico terrorista motivado por una vendetta personal contra el MI6, más puntualmente contra M. Sin duda, Silva es uno de los villanos más interesantes de la franquicia Bond y será recordado por los fanáticos. El personaje saca lo mejor de Bardem cuando hace su gran entrada, acercándose desde lejos hacia el agente 007, a quien tiene prisionero, mientras pronuncia un excelente y metafórico monólogo sobre la lucha a muerte entre dos rivales de similares características. Silva ha sido concebido como un antagonista amanerado, trastornado y completamente impredecible, que oculta una grotesca deformidad y que no se reserva el antojo de insinuársele sexualmente a Bond. Bardem se luce en cada escena en la que participa, brindando una actuación perversa pero sutil, casi juguetona, que cautiva y que, al mismo tiempo, nos eriza la piel.

Judi Dench cierra el triángulo de excelentes protagonistas con los que cuenta Skyfall. En este capítulo, M se encuentra agobiada por burócratas y políticos que atacan su yugular reclamándole que se retire de su puesto. Esta historia secundaria tal vez pierda un poco de importancia, pues la implicación de M en la trama es muchísimo más importante. Los guionistas hacen uso de la orfandad de Bond para confirmar la fuerte relación figurativa de madre-hijo que él tiene con ella. Asimismo, M, como imagen maternal, articula el vínculo que existe entre Bond, el hijo bueno, y Silva, el Doppelgänger, el gemelo malvado, conformando una especie de familia simbólica. Los conflictos edípicos permanecen latentes durante gran parte del filme, hasta consolidarse como el motor que conduce la historia hacia un final gótico y oscuro, una cualidad que no es tan usual en una película de Bond.

Mendes no se reserva la oportunidad de proporcionarle significante participación a los roles más secundarios. El panel cuenta con el siempre excelente Ralph Fiennes, quien está correcto como Mallory, el Director del Comité de Seguridad e Inteligencia, aunque su intervención en la historia sirve de pie para un papel mayor en la próxima secuela; y con Ben Whishaw como Q (un personaje recurrente en la franquicia de Bond, pero que aparece por primera vez en la trilogía de Craig) que, además de suministrar a Bond con artilugios útiles, aporta calidez y humor a la historia, que, de lo contrario, sería mucho más sombría.

Sin embargo, tal vez el aspecto más débil de la cinta sea la ausencia de una ‘chica Bond’ digna. Naomie Harris interpreta a Eve, una agente de campo de personalidad fuerte que aparentemente tampoco puede resistirse a los encantos de Bond. Sin embargo, la química entre Harris y Craig parece forzada y poco convincente. Por otro lado, la modelo francesa Bérénice Marlohe se pone en la piel de la sensual Sévérine y adorna la pantalla durante los breves momentos en los que aparece. No obstante, su personaje resulta unidimensional y sólo sirve como un instrumento que ensambla la estructura narrativa para que la historia fluya. Es claro que todo gira alrededor de la relación entre Bond, Silva y M, quien tal vez podría ser considerada la verdadera ‘chica Bond’ de Skyfall.

Uno de los aspectos de cualquier película de Bond que siempre recibe significante atención es la música. Esta vez, el compositor David Arnold (quien ha compuesto la banda sonora para las cinco anteriores) le pasa la batuta a Thomas Newman, colaborador habitual de Mendes. Se nota el cambio de estilo en la música, pero no decepciona en lo absoluto, pues Newman demuestra su versatilidad, ofreciendo una partitura elegante y llena de detalles que se acoplan de manera eficiente a los distintos tintes culturales plasmados en la pantalla. Sin embargo, lo cuestionable es que Newman no se esmera a la hora de componer un tema que aporte cierta personalidad a la película. Sólo se concentra en utilizar el icónico tema original de Bond (compuesto por Monty Norman) como única identidad musical. En el pasado, Arnold siempre ha intercalado en su música para las aventuras del agente 007 numerosos motivos que ayudan a definir la partitura de manera temática. En el caso de Skyfall, es una pena que Newman no haya tomando la misma dirección, aún cuando contaba con la canción de Adele (que podría ser considerada un triunfo de la era moderna de la franquicia) para buscar inspiración.

En conclusión, Skyfall verdaderamente ofrece una experiencia cinematográfica digna que respeta las tradiciones del cine Bond. La complejidad atribuida a los personajes es, sin duda, una de las mejores características de la película, acompañada por las brillantes actuaciones del plantel protagónico y los esfuerzos del equipo técnico. Como la vigésimo-tercera película de James Bond, rinde tributo al pasado del personaje cuando opta por dejar de lado la exhibición de tecnologías innovadoras y se esfuerza por homenajear lo clásico de la serie. Como película de acción, entretiene y asombra con su bellísima fotografía y sus excelentes acrobacias. Craig toma total posesión de su rol y se establece fácilmente como uno de los mejores actores en interpretar al agente 007. Asimismo, deja en claro una cosa… que James Bond volverá.

 JMLangdon



Ficha Técnica:
Dirigida por Sam Mendes
Escrita por Neal Purvis & Robert Wade y John Logan
Producida por Michael G. Wilson y Barbara Broccoli
Productor ejecutivo: Callum McDougall
Director de fotografía: Roger Deakins
Diseño de producción: Dennis Gassner
Editada por Stuart Baird y Kate Baird
Música compuesta por Thomas Newman
Diseño de vestuario: Jany Temime
Protagonizada por Daniel Craig (James Bond), Javier Bardem (Raoul Silva), Ralph Fiennes (Gareth Mallory), Naomie Harris (Eve), Bérénice Marlohe (Sévérine), Albert Finney (Kincade), y Judi Dench (M)
Año de estreno: 2012