Para celebrar el quincuagésimo aniversario de la saga
fílmica de James Bond que comenzó con Dr.
No en 1962, llega Skyfall, en la
que Daniel Craig interpreta por tercera vez al agente 007 con licencia para
matar creado por el novelista Ian Fleming. En esta ocasión, el director de
turno es Sam Mendes, cuyo currículum incluye películas con gran carga visual y
emocional, tales como American Beauty (1999),
Road to Perdition (2002), Jarhead (2005) y Revolutionary Road (2008). Asimismo, esta nueva aventura cuenta con
las actuaciones de Javier Bardem, Ralph Fiennes, Albert Finney y Judi Dench,
quien interpreta a M por séptima vez consecutiva. Cuando uno ve tantos nombres de
talentosos asociados a una película de James Bond, puede anticipar que
presenciará algo de alta categoría. Y lo cierto es que la producción no
decepciona en lo absoluto: Skyfall no
solo es un sobresaliente capítulo de la franquicia del agente 007, también es
una película magnífica.
Sin embargo, Skyfall
toma prestadas algunas características narrativas de algunas de las
historias anteriores del agente, puntualmente de Goldeneye (1995), ya que la trama involucra a un ex-agente de la
MI6 (la agencia de inteligencia exterior del Reino Unido), quien decide
volverse en contra de la misma y causar estragos mediante el uso de la
tecnología moderna. Las viles hazañas corporativas de la organización Quantum, introducida en Casino Royale (2006) y Quantum of Solace (2008), quedan de
lado en esta ocasión, estableciendo a Skyfall
como un episodio independiente del resto de la saga. En esta ocasión, la misión
de James Bond consiste en capturar al villano, que amenaza con sacar a la luz oscuros
secretos de estado que ponen en peligro la vida de numerosos agentes
clandestinos infiltrados en la OTAN, víctimas que caen sobre los hombros de M,
la directora del MI6. A medida que la historia avanza, salen a la luz profundos
vínculos entre los tres personajes principales y, por primera vez en veintitrés
películas, el espectador obtiene una mirada hacia el pasado sombrío de James
Bond. Al mismo tiempo, los realizadores logran adecuar el guión a las exigentes
e icónicas reglas de la franquicia: sorprendentes y surrealistas títulos de
apertura, lugares exóticos, artilugios, autos, mujeres, trajes, villanos, el
tema musical de Bond…
La película comienza in
medias res con una excelente toma, en la que el agente se aproxima hacia
nosotros por un estrecho pasillo oscuro con una luz blanca de fondo (ingeniosa
manera de aludir a la inolvidable presentación del personaje desde el interior
del cañón de un arma). En cuestión de segundos, Mendes logra enganchar
eficazmente al espectador con una prolongada secuencia de acción por Estambul,
que involucra a Bond persiguiendo en motocicleta a un mercenario, que ha robado
información comprometedora para el MI6, por los techos del Gran Bazar, con la iglesia de Santa Sofía adornando el paisaje. Este vertiginoso
prólogo de casi quince minutos de duración que culmina con un enfrentamiento mano
a mano entre ambos rivales sobre el techo de un tren en movimiento es
simplemente espectacular. Mendes demuestra que tiene el profesionalismo
necesario para estar al mando de inmensas secuencias de acción, ya que la
persecución entera está colmada de acrobacias irracionales pero asombrosas que el
director filma de manera majestuosa, tomándose su tiempo para dejar que toda la
escena fluya con prolijidad, sin caer en el uso excesivo de la cámara inquieta y
frenética, que es tan usual en la mayoría de las películas de acción
contemporáneas. Asimismo, en cuanto a narrativa y a desarrollo de personajes,
Mendes sigue fiel a su estilo y llena la historia con poderosas cargas
emocionales. Este es uno de los puntos a favor que tiene Skyfall, pues el guión, atribuido a Neal Purvis, Robert Wade y John
Logan, está muy bien estructurado ya que logra un excelente balance entre la
acción y el relato, a pesar de contar con una trama poco intrínseca (a
diferencia de las anteriores) y con algunas vueltas de tuerca algo trilladas. Muchos
de los méritos de la película tienen que ser atribuidos al sobresaliente equipo
técnico que acompaña a Mendes. El trabajo de edición de Stuart Baird (que ya
había participado en Casino Royale),
por ejemplo, es magnífico y conduce la historia con un ritmo que evita que las
dos horas y media de metraje se tornen aburridas o monótonas. La fotografía de
Roger Deakins también es una de las cualidades más sobresalientes de la
película, pues le brinda un atractivo impecable que se destaca en determinadas
escenas que transcurren, por ejemplo, en un bellísimo casino de Macao con
particulares tintes culturales, o en lo alto de un rascacielos de cristal y de luces de neón en Shanghai.
Aún así, el verdadero fuerte de Skyfall es la elaboración de personajes creíbles, con pasados que
les pesan y los moldean. Los guionistas nos abren una ventana hacia la
perturbada infancia de Bond cuando el personaje visita la antigua mansión de su
familia en Escocia, que esconde los secretos de su pasado (y que explica el
propósito del título). Estas nuevas facetas de significante profundidad
psicológica hacen que Bond sea más vulnerable y humano que nunca. El tono
realista que se destacó en Casino Royale
sigue presente aquí, exhibiéndonos a Bond no como un mujeriego con clase y con
una sonrisa seductora a là Sean Connery,
sino como un carismático asesino frío, al que ya le cuesta mantener un buen
estado físico y cuyas aptitudes y habilidades como agente han sido reducidas
considerablemente por las numerosas heridas infligidas durante sus misiones.
Por supuesto, los padecimientos físicos y psicológicos del personaje no serían
tan palpables sin la impecable actuación de Craig, quien interpreta a Bond
mejor que nunca. Es despiadado y brutal cuando tiene que serlo, y encantador y
apacible cuando la situación lo exige. Sin embargo, lo interesante de la
interpretación de Craig es que sólo alude al frío vacío del personaje, nunca lo
revela de manera explícita. Por este motivo, Craig prueba una vez más su
excelente talento como actor, evitando que el peso pesado de Javier Bardem se
robe la película por completo.
El actor español interpreta a Raoul Silva, un megalómano y
excéntrico terrorista motivado por una vendetta
personal contra el MI6, más puntualmente contra M. Sin duda, Silva es uno de
los villanos más interesantes de la franquicia Bond y será recordado por los
fanáticos. El personaje saca lo mejor de Bardem cuando hace su gran entrada, acercándose
desde lejos hacia el agente 007,
a quien tiene prisionero, mientras pronuncia un excelente
y metafórico monólogo sobre la lucha a muerte entre dos rivales de similares
características. Silva ha sido concebido como un antagonista amanerado,
trastornado y completamente impredecible, que oculta una grotesca deformidad y
que no se reserva el antojo de insinuársele sexualmente a Bond. Bardem se luce
en cada escena en la que participa, brindando una actuación perversa pero
sutil, casi juguetona, que cautiva y que, al mismo tiempo, nos eriza la piel.
Judi Dench cierra el triángulo de excelentes protagonistas
con los que cuenta Skyfall. En este
capítulo, M se encuentra agobiada por burócratas y políticos que atacan su
yugular reclamándole que se retire de su puesto. Esta historia secundaria tal
vez pierda un poco de importancia, pues la implicación de M en la trama es
muchísimo más importante. Los guionistas hacen uso de la orfandad de Bond para
confirmar la fuerte relación figurativa de madre-hijo que él tiene con ella. Asimismo,
M, como imagen maternal, articula el vínculo que existe entre Bond, el hijo
bueno, y Silva, el Doppelgänger, el
gemelo malvado, conformando una especie de familia simbólica. Los conflictos
edípicos permanecen latentes durante gran parte del filme, hasta consolidarse
como el motor que conduce la historia hacia un final gótico y oscuro, una
cualidad que no es tan usual en una película de Bond.
Mendes no se reserva la oportunidad de proporcionarle
significante participación a los roles más secundarios. El panel cuenta con el
siempre excelente Ralph Fiennes, quien está correcto como Mallory, el Director
del Comité de Seguridad e Inteligencia, aunque su intervención en la historia
sirve de pie para un papel mayor en la próxima secuela; y con Ben Whishaw como
Q (un personaje recurrente en la franquicia de Bond, pero que aparece por
primera vez en la trilogía de Craig) que, además de suministrar a Bond con
artilugios útiles, aporta calidez y humor a la historia, que, de lo
contrario, sería mucho más sombría.
Sin embargo, tal vez el aspecto más débil de la cinta sea
la ausencia de una ‘chica Bond’ digna. Naomie Harris interpreta a Eve, una
agente de campo de personalidad fuerte que aparentemente tampoco puede
resistirse a los encantos de Bond. Sin embargo, la química entre Harris y Craig
parece forzada y poco convincente. Por otro lado, la modelo francesa Bérénice
Marlohe se pone en la piel de la sensual Sévérine y adorna la pantalla durante
los breves momentos en los que aparece. No obstante, su personaje resulta
unidimensional y sólo sirve como un instrumento que ensambla la estructura
narrativa para que la historia fluya. Es claro que todo gira alrededor de la
relación entre Bond, Silva y M, quien tal vez podría ser considerada la
verdadera ‘chica Bond’ de Skyfall.
Uno de los aspectos de cualquier película de Bond que
siempre recibe significante atención es la música. Esta vez, el compositor
David Arnold (quien ha compuesto la banda sonora para las cinco anteriores) le
pasa la batuta a Thomas Newman, colaborador habitual de Mendes. Se nota el
cambio de estilo en la música, pero no decepciona en lo absoluto, pues Newman demuestra
su versatilidad, ofreciendo una partitura elegante y llena de detalles que se
acoplan de manera eficiente a los distintos tintes culturales plasmados en la
pantalla. Sin embargo, lo cuestionable es que Newman no se esmera a la hora de
componer un tema que aporte cierta personalidad a la película. Sólo se
concentra en utilizar el icónico tema original de Bond (compuesto por Monty
Norman) como única identidad musical. En el pasado, Arnold siempre ha
intercalado en su música para las aventuras del agente 007 numerosos motivos
que ayudan a definir la partitura de manera temática. En el caso de Skyfall, es una pena que Newman no haya
tomando la misma dirección, aún cuando contaba con la canción de Adele (que
podría ser considerada un triunfo de la era moderna de la franquicia) para
buscar inspiración.
En conclusión, Skyfall
verdaderamente ofrece una experiencia cinematográfica digna que respeta las
tradiciones del cine Bond. La complejidad atribuida a los personajes es, sin
duda, una de las mejores características de la película, acompañada por las
brillantes actuaciones del plantel protagónico y los esfuerzos del equipo
técnico. Como la vigésimo-tercera película de James Bond, rinde tributo al
pasado del personaje cuando opta por dejar de lado la exhibición de tecnologías
innovadoras y se esfuerza por homenajear lo clásico de la serie. Como película
de acción, entretiene y asombra con su bellísima fotografía y sus excelentes
acrobacias. Craig toma total posesión de su rol y se establece fácilmente como
uno de los mejores actores en interpretar al agente 007. Asimismo, deja en
claro una cosa… que James Bond volverá.
JMLangdon
Ficha Técnica:
Dirigida
por Sam Mendes
Escrita por Neal
Purvis & Robert Wade y John Logan
Producida por Michael
G. Wilson y Barbara Broccoli
Productor ejecutivo: Callum
McDougall
Director de fotografía: Roger Deakins
Diseño de producción: Dennis
Gassner
Editada por Stuart
Baird y Kate Baird
Música compuesta por Thomas
Newman
Diseño de vestuario: Jany
Temime
Protagonizada por Daniel
Craig (James Bond), Javier Bardem (Raoul Silva), Ralph Fiennes (Gareth Mallory),
Naomie Harris (Eve), Bérénice Marlohe (Sévérine), Albert Finney (Kincade), y
Judi Dench (M)
Año de estreno: 2012
Excelente reseña! Muy acertada la descripción de lo que parece ser el tema principal de la película, la relación Bond - M - Silva. No había captado la idea de como los vínculos entre ellos tres podrían estar representando una familia simbólica, pero tiene muchísimo sentido.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con que la actuación de Craig es formidable. Me encantó. Y es cierto también que estos James Bonds que él ha representado tienden a tener un tinte mucho mas cercano a la realidad, con un Bond mucho mas real y humano, como decías vos.
Creo que el hecho de que no haya un "chica Bond" en esta entrega de la saga tiene mucho sentido, ya que se centra mucho más en el pasado emocional de él, y representarlo como un mujeriego sería un poco contradictorio con la imagen de sensibilidad que parece transmitir en ciertas escenas.