Estrenada en pleno apogeo de películas ricas en calidad
visual, Oblivion (traducida al
español como El Olvido) fue
originalmente concebida como una novela gráfica escrita por el mismo director,
Joseph Kosinski, incluso antes de que tuviera la posibilidad de dirigir Tron: Legacy (2010). La historia de
ciencia ficción se desarrolla en el 2077 y describe un mundo post-apocalíptico,
consecuencia de una prolongada guerra nuclear contra una raza alienígena (los
llamados “Carroñeros”) que ha obligado a los humanos a abandonar la Tierra en
busca de un nuevo lugar para vivir. Tom Cruise interpreta a Jack Harper, un
técnico enviado a lo que queda del planeta en una misión que salvará a la raza
humana. Durante su jornada rutinaria, Harper se dedica a reparar los drones, unos robots esféricos voladores
y automáticos que aparentemente son derribados con frecuencia por los pocos Carroñeros que aún rondan ocultos. Los drones
protegen las inmensas maquinarias encargadas de extraer los escasos recursos
naturales que quedan en la Tierra para que puedan ser enviados al TET, una
estación espacial en órbita, que los trasladará a Titán, la luna más grande
Saturno, colonizada por los vestigios de la humanidad. Al final del día de
trabajo, Harper vuelve a la Torre 49, una base ubicada sobre el cielo de los
restos de Nueva York, para reunirse con Victoria (Andrea Risenborough), quien
supervisa sus paseos en aeronave y con quien ha desarrollado una relación
amorosa. Juntos son aparentemente los únicos dos seres humanos sobre la faz de
la Tierra. Sin embargo, la vida de Jack se ve envuelta en una total confusión
de identidad cuando se encuentra con una mujer llamada Julia (Olga Kurylenko), alguien
a quién jamás ha visto pero que ha estado presente en sus sueños (o recuerdos
olvidados) sobre una vida que ambos compartían en un mundo previo a la guerra;
recuerdos de una vida que en teoría nunca existió.
Kosinski plasma su historia con elegancia. Ya había
probado con Tron: Legacy que tiene
el talento de crear y filmar un mundo visualmente espectacular, y con Oblivion vuelve a demostrarlo. En la
película abundan maravillosas tomas panorámicas de paisajes desolados y
desérticos que contrastan con la moderna y pulcra base que habitan los
protagonistas. Sin duda, varios de los diseños tecnológicos que se ven en
pantalla introducen ideas innovadoras que tal vez inspiren a los ingenieros del
día de hoy. Sin embargo, el joven director también demuestra que tanto hincapié
en lo visual a veces debilita la narrativa, ya que el guión de Oblivion (producto de Karl Gajousek y
Michael Debruyn) no está bien estructurado. La introducción de un prólogo
narrado por Cruise al principio de la película proporciona tanta información
que hasta el espectador más ingenuo puede llegar a anticipar algunas de las numerosas
vueltas de tuerca que se verán más adelante. Recursos narrativos como este son indudablemente
erróneos en películas de este género, en las que la incertidumbre es uno de los
elementos más importantes para mantener la tensión de la historia. Como si fuera poco, los guionistas evidentemente se
esfuerzan por tratar de explicar características de la trama que el espectador
ya ha dado por sentado, o al menos ha intuido, dando como resultado algunas
escenas que son redundantes y mediocres. No obstante, dejando de lado las
fallas narrativas que pueda llegar a tener (y que tal vez solo sean percibidas por un ojo demasiado crítico), la película tiene un buen ritmo y nos
mantiene atentos y expectantes, mientras acompañamos a Jack Harper en busca de
los recuerdos que ha olvidado… o que le han sido suprimidos.
En cuanto a las actuaciones de los protagonistas, es
bastante difícil dar elogios. Tom Cruise hace de Tom Cruise, ni más ni menos.
Los personajes con trastornos de identidad son bastante frecuentes en su
carrera y Jack Harper se une a ese plantel. Gracias a su vasta experiencia,
Cruise afronta los conflictos del héroe con la astucia y el carisma de siempre,
logrando que el espectador simpatice con él. Una vez más, el actor de 50 años
demuestra que todavía es capaz de tener toda la película sobre sus hombros, ya
que su personaje rara vez no está presente en la pantalla de alguna forma. Esto
evita que los demás co-protagonistas tengan demasiadas oportunidades para
lucirse. La única que verdaderamente se destaca es Andrea Riseborough en el papel de Victoria. Su interpretación genera un personaje indeciso y
emocionalmente inestable, que levanta dudas y que por momentos hará que el
espectador se pregunte si sabe más de lo que dice o si sus intereses personales
tienen que ver los acontecimientos que se dan a lo largo de la primera mitad de
la película. Es una pena que el desarrollo del personaje se vea
considerablemente reducido durante el desenlace de la historia, ya que al
principio es uno de los principales centros de atención del espectador.
Lamentablemente, el tercer vértice del triángulo amoroso
plasmado en la pantalla no está a la altura de Andrea. Olga Kurylenko, quien
interpreta a Julia, comprueba que no es más que una cara bonita, pues su
interpretación es probablemente el punto más flojo de toda la película. Su
falta de talento se distingue sobre todo en las escenas que comparte con
Risenborough, una actriz muy superior. Las expresiones de la ex-chica Bond son
tan falsas e insustanciales que terminan perjudicando el contenido emocional de
prácticamente todo el filme, pues su rol en la historia es de vital importancia
y exige una interpretación que Kurylenko es incapaz de proporcionar. Sucede
exactamente lo opuesto con Morgan Freeman, cuyo papel secundario es tan
insignificante y superficial que solo sirve para agregar otra cara conocida al
reparto además de la de Cruise. Los guionistas no solo desperdician el talento
de un gran actor, sino que también se pierden la oportunidad de proporcionarle
a su personaje (que es nada más ni nada menos que el líder de una
resistencia subterránea) algo de sustento o desarrollo psicológico que lo
conduzca hacia alguna especie de razonamiento filosófico sobre la tiranía de
una potencia explotadora de un recurso natural que abunda en un sector en particular,
reprimiendo las vidas humanas que lo habitan para conseguirlo. El guión claramente
propone una crítica hacia esa ideología política, pero se reserva una
exposición explícita.
Otro aspecto que aumenta el vacío emocional que subyace en
el núcleo de la película es la música de Anthony Gonzalez, integrante de la
banda francesa de música electrónica M83. No es raro que Kosinski opte por
encargarle la partitura a un grupo de música, pues hizo lo mismo cuando
contrató a la banda Daft Punk para Tron:
Legacy, con mejores resultados. Cuando las interpretaciones de los actores son
mediocres, es la labor del compositor contrarrestar las emociones perdidas con
la música. Y resulta claro que Gonzalez aún no tiene la experiencia suficiente
para estar a cargo de semejante tarea. A pesar de contar con una gran orquesta
y numerosos samples electrónicos, los
esfuerzos de Gonzalez para tratar de conmovernos no son suficientes. Su música
no beneficia a Oblivion ya que, en
repetidas ocasiones, Gonzalez fuerza la nota logrando que las escenas pierdan
su seriedad y su peso emocional. Sin embargo, acertada es la decisión de
Kosinski de incluir canciones de Led Zeppelin y otros artistas de la época a la
banda sonora, para contrastar con el mundo del futuro.
Oblivion es una película con significantes
atributos técnicos que se ve perjudicada por un guión indiferente y, por
momentos, incoherente. El concepto original de la historia puede llegar a sonar
inaudito, pero en realidad toma prestadas varias ideas y características de otras
películas de ciencia ficción anteriores. El espectador fanático puede llegar a encontrar similitudes con Total Recall, Prometheus,
2001: A Space Odyssey, Planet of the Apes, Moon, Independence Day, Wall-E
e incluso con algunas del currículum del mismo Cruise, tales como Vanilla Sky y Minority Report. Por lo tanto, la película cuenta con numerosos
clichés típicos del género que tal vez no sean tan sorprendentes como Kosinski habría
imaginado en primer lugar. Sin embargo, esto no quiere decir que Oblivion sea incapaz de brindar dos
horas de puro entretenimiento con numerosas vueltas de tuerca, extraordinarios
efectos visuales, una estética de diseño muy cuidada, una cinematografía
asombrosa y con Tom Cruise haciendo lo que mejor sabe hacer. Es una película
que exige ser vista únicamente por su impecable contenido visual.
JMLangdon
Ficha Técnica:
Dirigida
por Joseph Kosinski
Guión escrito por Karl
Gajousek y Michael Debruyn
Basada en la novela gráfica de Joseph Kosinski
Producida por Joseph
Kosinski, Peter Chernin, Dylan Clark, Barry Levine y Duncan Henderson
Productores ejecutivos: Dave Morrison, Jesse Berger y Justin
Springer
Director de fotografía: Claudio Miranda
Diseño de producción: Darren
Gilford
Editada por Richard
Francis-Bruce
Música compuesta por Anthony
Gonzalez, alias M83
Protagonizada por Tom
Cruise (Jack Harper), Morgan Freeman (Beech), Olga Kurylenko (Julia), Andrea
Riseborough (Victoria) y Melissa Leo
(Sally)
Año de estreno: 2013