viernes, 1 de junio de 2012

WAR OF THE WORLDS

La siguiente reseña contiene spoilers.
El inicio de la historia de La Guerra de los Mundos se remonta a 1898. El responsable es Herbert George Wells (1866-1946), un reconocido escritor británico, cuyas novelas se concentran principalmente en el género Ciencia Ficción. La novela en cuestión se focaliza en un protagonista (cuyo nombre jamás se enuncia) que relata en primera persona sus aventuras por Londres y su periferia, mientras trata de sobrevivir una invasión marciana a la Tierra. El prestigio de este relato se debe a que es una de las primeras historias que detalla un conflicto a muerte entre la humanidad y una raza alienígena. Por supuesto, no sería la primera.

Quizás la adaptación más famosa de la novela sea la del programa de radio conducido por Orson Welles el 30 de octubre de 1938 (una época de gran tensión mundial), ya que su formato de noticia urgente provocó pánico entre los oyentes, quienes creían aterrorizados que la invasión extraterrestre estaba ocurriendo de verdad.

Dado su renombre, la historia no tardaría en llegar a la pantalla grande, y así surgieron cientos de películas, basadas o inspiradas en la novela de Wells, que proyectaron cientos de distintos escenarios hipotéticos en la que invasores de otros planetas llegaban a la Tierra a colonizarnos y a hacer añicos cualquier monumento histórico que se cruzara por su camino. La versión cinematográfica de la novela más exitosa fue la de 1953 (dirigida por Byron Haskin), a pesar de alejarse considerablemente de los eventos imaginados y descritos por Wells. Y desde entonces, no hubo versión que estuviese a la altura hasta que Steven Spielberg estrenó la suya en el año 2005.

La idea original del afamado director era la de estrenar War of the Worlds a mediados de los años noventa, pero Roland Emmerich le ganó de antemano y estrenó su Independence Day (1996), propulsando una seguidilla de películas (algunas buenas, otras… mejor no decirlo) sobre invasiones extraterrestres que agotaron el género casi por completo. Entonces, Spielberg no pudo hacer más que guardarse las ganas hasta nuevo aviso.

Fue luego de los acontecimientos que siguieron al 11 de Septiembre de 2001 y de la inseguridad y el temor de los ciudadanos estadounidenses, producto del atentado, lo que motivó la realización del sueño de Spielberg de filmar una nueva adaptación de la novela, ahora incluyendo fuertes mensajes anti-bélicos.

A diferencia de las adaptaciones anteriores, Spielberg pretendía ser más fiel al libro de Wells y plasmar su historia desde el punto de vista de un personaje contemporáneo común y corriente, cuya rutina se ve interrumpida con la llegada de estos invasores hostiles, más al estilo de Signs (2002) de M. Night Shyamalan. Y así consiguió la atención de Tom Cruise, formando una dupla que ya aseguraba éxito después de Minority Report (2001).

Cruise, entonces, interpreta a Ray Ferrier, un protagonista que no es más que una pelusa en el ombligo del mundo. Es un padre disfuncional y divorciado que opera grúas de carga y descarga en el puerto de Nueva Jersey, y que lleva una vida tan rutinaria y sistemática como los motores de autos que arregla como hobby. Cada tanto, Mary Ann, su ex-esposa (interpretada por Miranda Otto), le deja sus dos hijos, Robbie (Justin Chatwin) y Rachel (Dakota Fanning), para que los cuide mientras ella se va por ahí con su nueva pareja, que tiene un bolsillo lo suficientemente grande como para satisfacer sus necesidades. Hasta ahora, una ficción familiar para nada novedosa ni original, que abarca los primeros 15 minutos de la película poniendo a Ray en numerosas situaciones embarazosas.

La película comienza con un prólogo (casi idéntico al de la novela de Wells) narrado por el mismísimo Morgan Freeman que, con su voz profunda y tranquilizante, nos pone al tanto de que nuestro mundo ha estado bajo observación. Si no fuera por este magnífico prólogo, la película no tendría ningún tipo de enganche, pues la trillada historia de la familia Ferrier deja mucho que desear. Una vez introducidos los personajes, comienza la tenaz tormenta de eventos que nos tendrá aferrados al asiento durante la siguiente hora y media, y que mantendrá a Ray y sus hijos sometidos a una montaña rusa de situaciones insólitas, llena de obstáculos que deberán superar.

Si bien la novela de H.G. Wells tenía que ver con una mirada crítica al colonialismo y al imperialismo británico de finales del siglo XIX, y la adaptación fílmica de 1953 explotaba el temor al “comunismo rojo”, la versión de Spielberg intenta sacar provecho de la situación post-atentado a las Torres Gemelas, dado que el director juega con el sentimiento de inseguridad y amenaza constante que sentían los estadounidenses en ese momento. Crea escenas en las que nos muestra a personas dejando sus hogares y marchando en una marea humana hacia campos de refugiados; en ningún momento los vemos peleando contra los invasores. También plasma los esfuerzos de los militares para tratar de repeler la amenaza, pero no con el puntual propósito de la victoria, sino con el de tratar de ganar la mayor cantidad de tiempo para que la gente pueda escapar. Estas miradas son las que le dan realismo a la película y logran que el espectador se sienta en la historia, acompañando el sufrimiento, el temor y la incertidumbre de los personajes.

De esta manera, Spielberg nos demuestra el excelente director que es, a pesar de contar con un guión (acreditado a David Koepp y Josh Friedman) que cuenta con ciertas fallas (algunas que incluso desafían la lógica). Pero eso no quiere decir que War of the Worlds sea una película mala; es todo lo contrario.

Desde el punto de partida, Spielberg quiso dejar de lado los aspectos del género Ciencia Ficción, a pesar de que estos sean los que motivan los sucesos de la historia. Spielberg sólo quiere que nos focalicemos en Ray y en sus hijos. Por lo tanto, el espectador no sabrá de dónde vienen los invasores, ni por qué quieren exterminarnos, ni en qué basan su tecnología, ni qué es lo que está sucediendo en otras partes del mundo. Los protagonistas a menudo se topan con otros personajes que los ponen al tanto de que la invasión es a nivel mundial, pero sus pretextos carecen de verosimilitud, creando un ambiente de confusión y vulnerabilidad que está muy bien logrado. Al mismo tiempo, la película cuenta con numerosas escenas de suspenso, tensión y desesperación, retratadas a la perfección con técnicas de filmación que son muy eficaces (la secuencia de la intersección es simplemente extraordinaria; no se puede describir, hay que verla). Aquí se hace notar el esfuerzo de Michael Kahn, el editor de la película y con quien Spielberg ha trabajado desde Close Encounters of the Third Kind (1977), a la hora de enlazar tomas en una gran secuencia de acción sin cortes.

A lo largo de toda la cinta, se pueden percibir lo que a mi me gusta denominar “marcas registradas del director”. Con este término me refiero a aquellos elementos usuales a los que recurre un director para contar su historia. En War of the Worlds volvemos a ver el concepto de un padre disfuncional (que Spielberg ha incluido en la mayoría de sus filmes, basándose en su propia experiencia de vida como hijo de padres divorciados), y el uso de los reflejos. En diversas escenas, por ejemplo, vemos cómo se desarrolla la acción reflejada en los espejos retrovisores o en los parabrisas de los autos. De esta manera, Spielberg evita que algunos efectos se tornen repetitivos.

A la hora de hablar sobre los efectos visuales, sólo se me ocurren elogios. También se me ocurre que hay muchos directores ahí afuera que deberían tomar de ejemplo películas como ésta. Hoy en día, vemos muchísimas películas en las que el único fuerte son los efectos generados por computadora: como si se tratara de una competencia para ver qué compañía los hace mejor. Si bien cuenta con muchísimos efectos visuales (atribuidos a la compañía Industrial Light & Magic), War of the Worlds no es de ese tipo de película, dado que Spielberg opta por usarlos sólo cuando es necesario, sin ahogar el argumento ni el trabajo de los actores. Incluso muchas escenas carecen de efectos visuales, como lo es la secuencia en la que Ray y sus hijos deben enfrentarse a una multitud de personas decididas a robarles su vehículo; una escena frenética y desesperante y a la vez magníficamente ejecutada, que muestra lo peor del egoísmo humano y nuestras reacciones cobardes e inmorales ante momentos de crisis.

Spielberg también se las ingenia para hacer una película que es violenta por naturaleza pero que no es del todo explícita. Durante una escena, Ray camina atónito y con desesperanzas entre las ruinas de un avión que se ha estrellado en un barrio suburbano. El avión está partido en dos, las casas han sido demolidas, los autos están hechos añicos. Es una escena de destrucción total, en la que se destacan las butacas vacías del avión. De esta manera, la película sólo sugiere la abundancia de víctimas que están siendo producto de esta invasión.

Los antagonistas de la historia son por supuesto los alienígenas, y Spielberg nos los presenta con destreza e ironía: en lugar de venir del cielo en platillos voladores, llegan en una tormenta eléctrica que con cada rayo depositan cápsulas bajo el suelo, del que luego emergen inmensas máquinas de tres patas que, literalmente, harán polvo a la humanidad. El diseño de estos trípodes ha sido recibido con negatividad entre las audiencias y críticos, quienes alegan que desafía la ingeniería, sosteniendo que una máquina tan pesada no podría mantenerse de pie con tres piernas tentaculosas tan flácidas. A mi parecer, exageran, pues los trípodes lucen geniales y, al tratarse de una película sobre una hipotética invasión extraterrestre, resulta bastante obvio que estamos ante una obra de ficción y fantasía. Me parece interesante señalar que los imponentes trípodes se asemejan bastante en su forma a las medusas, unas criaturas de nuestro propio mundo, que son bellísimas pero temibles al mismo tiempo; un encantador recurso que usa Spielberg para jugar con nuestros temores.

A su vez, alguien comentó alguna vez cómo es que los extraterrestres, si son tan evolucionados como los pintan, se muevan en máquinas con piernas y que no hayan descubierto la rueda todavía. Para responder a esta pregunta, vuelvo a remitirme a una escena de la película, en la que los alienígenas exploran un sótano y uno de ellos, al toparse con una bicicleta, se detiene a admirar sus ruedas con curiosidad; simplemente, ¡no se les había ocurrido todavía! Así es como Spielberg dota de personalidad a los adversarios, incluyendo aún más ironía a la cinta.

Volviendo a los personajes de War of the Worlds, nos encontramos con personas con conflictos entre sí. Ya hablamos un poco sobre la relación entre Ray y sus hijos, pero hay algunas facetas más que se hacen notar en ellos.

Ray ha sido concebido como un personaje que tiene sus propios valores, a pesar de ser un hombre con defectos. Demuestra eficiencia en su trabajo y es apreciado con respeto por sus vecinos. En todo momento sabe qué es lo que tiene que hacer, y qué es lo que no. Es un hombre de pensamientos mecánicos que jamás duda y que tiene la capacidad de anticipar situaciones. Al principio de la película, vemos que tiene un motor V-8 en la mesa de su cocina, dándonos una idea de cuáles son sus verdaderas pasiones e intereses y de uno de los tantos probables motivos egoístas por los que su propia familia lo ha marginado.

Tras la llegada de los invasores, Ray se ve obligado a hacerse responsable de sus hijos, quienes lo rechazan constantemente. Rachel y Robbie sienten que pueden arreglárselas solos, sin la necesidad de tener a su padre cerca. Tanto Fanning como Chatwin los interpretan con gran convicción cumpliendo con sus expectativas como actores. Sin embargo, es el personaje de Robbie el que más resalta de los dos. Robbie es un adolescente tenaz que desafía con frecuencia a su padre; es un personaje que quiere estar por su cuenta, que quiere unirse en la lucha contra los invasores motivado por las emociones del momento en el que se encuentra, sin considerar las consecuencias. De esta manera, Spielberg toca el tema de la madurez no sólo adolescente sino también paternal, pues tanto Ray como Robbie crecen hacia el final de la película, momento en el que logran ver sus vínculos y responsabilidades con más claridad. Una de las escenas más memorables y emotivas transcurre en el medio de una batalla en la que Robbie le ruega a su padre que lo deje ir, pues ‘necesita ver, necesita estar allí’. A su vez, Ray le suplica que se quede y que huya con él, pero poco a poco opta por soltarlo lentamente, permitiendo que comience a desprenderse de las dependencias y se aleje de la familia: así, Robbie se convierte en un hombre que actúa por sí sólo, desligado de sus responsabilidades. Es allí cuando el espectador descubre cuáles son las cualidades que comparten como padre e hijo. Un mensaje poderoso que incita a pensar sobre las enseñanzas, errores, obligaciones y prioridades presentes en cualquier familia.

El papel de Rachel, por otro lado, sólo está para recordarle a Ray por qué debe seguir con vida lo más que pueda. Es una niña de 10 años, cuyo único rol en la cinta es el de provocarle preocupación al espectador. Las cuerdas vocales de Dakota han sido puestas a prueba en esta película, pues se pasa gran parte del metraje gritando.

Tim Robbins aparece en el último tercio de la película interpretando a Harlan Ogilvy, un lunático que ha encontrado refugio junto a los protagonistas en un sótano y que, armado con una escopeta y un par de cartuchos, pretende ser la resistencia contra los invasores. Robbins interpreta su papel de manera magistral, como era de esperar, pero lo que resulta interesante del personaje es que el espectador capta que el origen de su locura se debe a numerosas crisis emocionales que ha sufrido desde que comenzó la invasión. Lo vemos portar juguetes atados a su cinturón y un collar con un anillo de matrimonio. Y es por estas imágenes que su línea “He perdido a todos…” resulta tan impactante. Ogilvy también cumple un rol primordial en el desarrollo de Ray como personaje. La confrontación entre ambos es un símbolo de lo mucho que Ray está dispuesto a dar por mantener a su hija a salvo. Cabe mencionar la capacidad que tiene Spielberg para conducir escenas emotivas e intensas sólo con lo visual, logrando tomas con mucho trasfondo. Por ejemplo, en el momento en que Ray es consciente de que debe ensuciarse las manos para impedir que las locuras de Ogilvy los maten, Spielberg evita mostrarnos su cara, dándonos la idea de que el personaje de Cruise desprecia sus actos con una culpa parasitaria, a pesar de verse obligado a cumplirlos por su bien y por el de su hija.

El experimentado director llena su película con imágenes asombrosas. Los aspectos técnicos de la película se exceden a sí mismos. Aquí se destacan la intensa fotografía e iluminación de Janusz Kaminski, y la disonante música del maestro John Williams, cuya partitura nos pone los pelos de punta en numerosas secuencias.

Sin embargo, como espectadores ya estamos un tanto acostumbrados a ver la destrucción de casas en la pantalla grande. Y es por este motivo que las escenas más simples causan un impacto mayor y quedan grabadas en la memoria (como lo es la que transcurre a orillas de un río tranquilo, por el que cientos de cuerpos son arrastrados lentamente por la corriente).

En conclusión, War of the Worlds es una película que causa admiración y que consta con extensos momentos de tensión. Muchos han criticado su final por ser muy abrupto, aunque Spielberg ha conservado el desenlace original del libro, adaptándolo de tal manera que parezca lo más cinematográficamente dramático posible. Lo que es claro es que ésta no es una película para aquel espectador que busca actos de heroísmo, como los que se dan en Independence Day. War of the Worlds no explora situaciones a nivel mundial; en cambio, se centraliza en las relaciones entre Ray, Robbie y Rachel.

Es una película que merece muchísima atención, y que tal vez se vio solapada por prejuicios o desagrado hacia la persona de Tom Cruise, quien se encontraba promocionando la Cientología en el momento de su estreno. Lo que tenemos ante nuestros ojos es una obra que deja a Steven Spielberg muy bien parado como director, a pesar de haber tenido algunos altibajos en su carrera, y confirma que es un excelente modelo para que sigan aquellos cineastas que optan por dejar de lado una historia intrigante para hacer el intento de impresionarnos con repetitivos e innecesarios efectos visuales.

Pues ninguna película es buena o mala en vano.

JMLangdon


Ficha Técnica:
Dirigida por Steven Spielberg
Guión por David Koepp y Josh Friedman
Basada en la novela de H.G. Wells
Producida por Kathleen Kennedy y Colin Wilson
Productora ejecutiva: Paula Wagner
Director de fotografía: Janusz Kaminski
Diseño de producción: Rick Carter
Editada por Michael Kahn
Música compuesta por John Williams
Protagonizada por Tom Cruise (Ray), Dakota Fanning (Rachel), Justin Chatwin (Robbie), Miranda Otto (Mary-Anne) y Tim Robbins (Ogilvy)


Recomendaciones:
De más está decir que el libro de H.G. Wells es un buen punto de partida para incursionarse dentro del género de Ciencia Ficción sobre invasiones extraterrestres. La versión anterior de War of the Worlds también es una buena propuesta, aunque hay que tener en cuenta que es de 1953 y, por lo tanto, sus efectos parecen de muy mala calidad en comparación con los contemporáneos. Signs (2002) es otra película a la que la versión de Spielberg le debe mucho de su argumento. The Invasion (2007), protagonizada por Nicole Kidman y Daniel Craig, también es una película interesante que retrata una invasión extraterrestre a nivel celular. Y aquellos que busquen diversión sin personajes elaborados pueden recurrir a la entretenidísima Independece Day (1996) o a la absurda (paupérrima, a mi parecer) Mars Attacks! (1996).

1 comentario:

  1. La esquivé tanto tiempo, ahora quiero verla!!! Suena muy interesante, más que nada por todos los puntos de vistas en la que planteas el análisis de la película. De todas formas, antes de verla, creo que primero quiero leer el libro de Wells.

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